Thursday, January 19

FayerWayer - Dosis diarias de Tecnología en Español.

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Tuesday, January 17

Aire acondicionado (¿o gente condicionada?)

Por ahí por noviembre ya empezó a asomarse el sol por esta región con cara de verano. Y sin aire acondicionado, las tardes se iban entre abrir la ventana para que entre aire, cerrarla porque la fábrica de champiñones estaba “power”, sacarse los chalecos, soltar la corbata. Hasta que llegó el milagro...luego de pasar 2 semanas con tubos colgando en la cabeza, el aire acondicionado empezó a funcionar. Estaba bien, agradable. Hasta que empezaron los conflictos entre los distintos termostatos personales. Cada media hora se escucha un “pip” que obliga a levantar la cabeza para ver quien cambió la temperatura: “ahroa está en auto”... “¿no tenía que estar en cool?”... “21? No será mucho....pero si estaba en 24!!”...mientras tanto en mi nuevo puesto de trabajo, note como el brazo derecho se me congelaba... pude notar que el aire dobla y baja por la pared y rebota hacia mi. ¿Resultado? 17 de enero de un verano bastante caluroso y yo....tomando Tapsin por mi resfrío. Un sol radiante afuera y yo con polera manga larga.
Parece que la sobredosis de aire acondicionado fue la que me pasó la cuenta. Entre la oficina y el auto...más el “calor agobiante” de mi departamento (¿?) estoy acá, moqueando de lo lindo, consumiendo pañuelos como quien come cabritas en el cine, con la boca seca por la respiración.... Pero algo bueno hay...descubrí porqué cuando me resfriaba se me irritaba el labio superior... cuando me limpiaba la nariz, refregaba el bigote con la piel sin querer, produciendo la posterior irritación.... ¿interesante no?. ¡Ahora estoy preparado para el invierno!

Soy Viñamarino

Asumido. No queda otra. Un poco harto fue el tiempo que me tomó darme cuenta. Más que eso, en asumirlo. Son 7 años acá. Si bien el círculo más cercano sigue siendo gente de fuera que te revive esa sensación de que viña existe de marzo a diciembre, ya son dos veranos seguidos que los paso en su integridad acá en Viña. Y ahora con mayor razón si estoy trabajando.
Las calles de esta ciudad dejaron de ser escondite del anonimato. Ya no me tengo que extrañar de que vaya en la micro y vea gente conocida, o que en el mall me tope con gente. O incluso llegar al cine y pillar personas conocidas.
Para muchos será obvio, pero no deja de llamarme la atención. ¿De dónde eres?... de viña, no queda otra. Fui de Puerto Montt, fui de Conce (en verdad nunca lo fui). Por un lado bueno porque no tengo que contar toda la historia de mi vida para que el oyente elija que respuesta le sirve.

Wednesday, January 11

No voy en tren...voy en avión (segunda y tercera parte)

Como ya conté, anduve de “paseo” por el sur. Y como ahora soy un ejecutivo joven (y ya no el estudiante pobre), tuve la fortuna (o la oportunidad) de viajar nuevamente en avión. Aunque parezca insólito, con solo pagar 6 lucas más, me “regalaron” el pasaje en avión para Concepción, vísperas de navidad y comprado con solo una semana de anticipación.
Esta vez el viaje había partido bien. Salí de Viña a tiempo, todo cuadró bien, alcancé a dejar la encomienda y tomar el bus. Una vez en el aeropuerto entregué mi maleta y todo bien. Hasta me di el lujo de ir de shopping en Aldeasa. Sus chocolates de regalo para la familia. Rapidito voy a la puerta de embarque, aprovechando de recrear la vista (bastante interesante la fauna....). Como ya es hora, me incluyo en la fila para el embarque.
5 minutos
10 minutos
30 minutos....
...ya es la hora de partida...
...me habré equivocado??? No, si estoy bien...
“Pasajeros del vuelo LAN a Concepción....su partida será retrasada por un desperfecto técnico. En 45 minutos les entregaremos más informaciones”. ¡¡45 minutos más!!....y recién nos van a entregar información!!
Ya se me estaba viniendo abajo la aviación comercial (nuevamente). Más encima la gente se agolpó en el mesón a no se que...¿habrá que hacer algún trámite?¿habrá que pedir el ticket?¿me iré a quedar sin asiento?
Opté por confiar en la información. Si no avisan, no tengo que hacer nada. Me lo tomé con tranquilidad, apoyado por el espíritu navideño, y aproveché de recorrer, de vitrinear, ver como a la gente del otro vuelo les daban comida por el retraso y a nosotros nada... Aburrirme de escuchar los cambios del vuelo a Calama, retraso, está listo, otra puerta, ultimo llamado....
Al cabo de 1 hora y 20 minutos, pudimos embarcar. Tranquilamente hacía la cola mientras escuchaba como gente ya iba en su cuarto cambio de avión (para eso se acercaban al mesón): “pa que te cambiaste! Nosotros ya estamos embarcando!” se decían por teléfono.
Al final el vuelo iba a 75% de su capacidad con tanto cambio. De hecho los asientos de primera clase estaban casi vacíos (tarde me di cuenta y como estaba a la ventana no tuve tiempo para cambiarme). El vuelo tranquilo. Para variar comiendo rápido porque todavía no me servían cuando el capitán avisa que estábamos prontos al aterrizaje. Llegamos bien a Conce, solo un taco a la salida del aeropuerto pero bien...ya tranquilo en casa.
- Tercera Parte -
Aeropuerto: Tepual International
Había que volver a Santiago. Y me fui super justo. De hecho el taxi se atrasó un poco pero llegué bien, de hecho ya estaban embarcando. A penas tuve tiempo para ir al baño (“¿puedo ir al baño antes de embarcar?...ya pero rapidito...”). Todo muy veloz, ni los detectores de metales sonaron. En resumen, partimos 10 minutos antes, casi como el colectivo que espera que se llene para partir. ¡Impecable!. Paisaje hermoso, los lagos del sur, los volcanes, espectacular. Comiendo tranquilo (el viaje era más largo).
Llegué feliz a Santiago, temperatura agradable, ningún problema. Espero en el carrusel por mi maleta...ya el hecho de que dos vuelos salieran por ahí no me daba buena espina....pasaban...pasaban....están saliendo menos maletas y nada....se acabaron las maletas y 3 personas estábamos ahí mirando con cara de duda. Por casualidad miro al carrusel vecino y justo veo algo que se parece a mi maleta. Ella era. No podía ser el viaje perfecto...algo tenía que andar mal. Pero bueno, no fue traumático. Le avise a la otra gente que esperaba que viera al lado y tome rumbo a viña. De ahí todo lo demás es normal (en el viaje en bus no hay muchas novedades). Lo único diferente fue el taxi que tomé pa la casa....un pequeño “asalto de cobro” pero ya estaba preparado pa eso. Todo por el miedo de pasearme a las 12 de la noche por viña con un notebook bajo el brazo (claro que obviamente había cambiado el bolsito clásico...ese que dice a gritos “llevo un computador, róbenme por favor”). ¿Por qué no habrán bolsos de computador más taquilleros? Solo bolsos Kensigton todos iguales y mochilas gigantes y reforzadas. Mmmm...un nicho de mercado por si alguien quiere incursionar.
Resumen: los aviones sumaron puntos a favor, pero siguen con saldo negativo...(aunque estoy empezando a valorar el hecho de que en 1 hora estoy en cualquier parte).

Tuesday, January 10

Para enamorarse bien hay que venir al sur....

(versión cartucha)
Con este título no esperen algún tipo de confesión o “experiencia religiosa”. Solo fue lo primero que se me ocurrió.
Por trabajo me ha tocado (o he hecho que me tocase), viajar al sur y compartir con gente de esa zona. Es obvio que llevo cierta ventaja al haber vivido 10 años en Puerto Montt y quizás por eso estos viajes me despiertan ciertos sentimientos.
No se si soy parcial en este comentario, pero la vida del sur es envidiable. Queriéndolo o no, en Santiago y Viña la vida anda mucho más rápido. En el último viaje a me reencanté con este estilo. El relajo de la vida, las pequeñas ciudades que permiten estar en 5 minutos en cualquier lado, el cariño de la gente, el ritmo del mundo...parece que allá la Tierra gira más lento. Fue una tranquilidad, un contagiarme de paz. Cierta ingenuidad en el aire, pero no por tontera, sino por simplicidad.
Y Puerto Montt... que bella ciudad. No se si será la arquitectura, el paisaje, el aire...pero a mi me produce cosas. Tiene ese carácter nostálgico de dejar atrás una etapa, dejar amigos, de partir al gran desafío de la universidad. Y cuando voy allá me reencuentro con eso que idealicé. El mall (pequeño y todo) es una visita obligada; solo con recorrerlo (que no toma más de 15 minutos) ya me siento feliz. Ver ese mar, saludar gente conocida, ver el colegio, gente viviendo lo que uno vivió.
Y para coronar la torta, el reencuentro con mi gente. Particularmente la Monse y la Dany (bueno, MaRo también pero a ese no he tenido tiempo para echarlo de menos). Una entretenida conversación, intima, pero con la sensación de que seguimos igual, que el otro siempre ha estado. Solo nos estamos poniendo al día, o ni eso..estamos compartiendo, porque uno se siente tan parte del otro.
Todo sigue igual, es el ancla que frena el buque del tiempo. Permite parar, cargar baterías y seguir adelante.
Fue solo una tarde (no podía justificar más tiempo de trabajo por allá) pero disfrutada a concho. Ahora trabajo, soy profesional, pero con esto fui a contarle a mi ciudad en que estoy. Me vio crecer, me vio partir a la universidad. Varias veces le renové mi imagen estudiantil. Y ahora tenía que hacerla parte de mi nueva etapa, como quien le cuenta a la abuela que ve cada dos año, que ha sido de mi vida.

Sentido a las fiestas

Algunos post atrás comenté mi descubrimiento de que celebrábamos realmente para el 18 de septiembre. Hoy quiero seguir con mi aventura de encontrarle el sentido a las fiestas.
No soy un tipo apagado o fome (bueno, cada uno tendrá su opinión). Sin embargo, jamás le encontré sentido a la navidad (fuera de la misa correspondiente, y recibir algún regalo, porque hacerlos yo lo considero un “cacho”). Y al año nuevo menos aún. Tener que abrazar gente que no te interesa abrazar, tradiciones cabalísticas que las encuentro desubicadas. Al final del año nuevo lo más entretenido era ver los fuegos de Viña-Valpo (siempre espectaculares), una buena comida (por lo general pavo con papas duquesas, similar a la cena de navidad, más algún caché que le da el toque “ceremonial” a esta comida) y para de contar. Solo un carrete tengo en la memoria; año nuevo del 2000, celebración en Club de Yates - Puerto Montt (cuando era un restaurante “ahí no más”). Carrete donde la Dany hasta las 7 de la mañana pero principalmente fue conversación y televisión en el segundo piso, mientras los demás se embriagaban y hacían desmanes en el primer piso.
Y tengo otro año nuevo en la retina...celebración 2004-2005. Primera vez que digo “¡por fin se acabó este año!”. Pero a forma de desahogo y esperanza, no por la fiesta.
Pero ya anticipé que este tiempo ha sido de descubrimientos...
La navidad fue el primer vuelco. Los regalos dejaron de ser un “cacho” y pasó a ser entretenido buscarlos. Recorrer tiendas, pensar...todo alentado por la idea de que si quieres a alguien, tienes que hacer un esfuerzo. Además, sentir la alegría de tararear villancicos todo el día. Pero los villancicos buenos!...esos gringos que transpiran alegría...no los deprimentes de nuestra tradición. Aun debo regalos de Navidad, pero fue porque realmente no tuve tiempo, pero créanme que los pensé.
Y a 7 días de distancia, llegó el año nuevo. Era la prueba final para ver si tenía algún sentido o seguía igual de fome. Ya estaba dispuesto a ir a Valpo a carretear, pagar 12 lucas...todo para empaparme del espíritu. Sin embargo no fue necesario. Primero partió tibio el año nuevo, casi enfriándose. Comida en el dpto, viendo programas de la tele. Luego los fuegos artificiales (mejores que nunca) en la playa....la gente gritaba, reía, pero yo aun sin contagiarme, e incluso amurrándome. Fue así como llegué a mi casa a dejar a mis papás y me disponía a partir a la fiesta. Ahí fue el quiebre. Tenía que pasarlo bien e ir con mentalidad “ganadora” (o pachanguera sería más correcto). Así que partí con el mejor de los ánimos. Costó prender los motores (la música no se escuchaba, la gente de la amplificación estaba en un taco....solo quedaba probar el pisco añejado). Sin embargo la noche se fue armando...fue ganando energía y siguió así hasta las 7:30 am en que ya era una hora decente para marcharnos. Bailamos sin parar (o sin “cesar”), alegría, conocer gente nueva.... y bueno, al día siguiente seguir consumiendo lo que quedó de la fiesta....y bueno, al viernes siguiente aun quedaban cosas jejeje...
En fin, una buena manera de partir un año lleno de desafíos. Revisando este “sentido de las fiestas”, son dos las ideas que me aparecen:
- Factor común: la alegría. Cuando se le abre la puerta a este sentimiento, todo tiene sentido, todo se disfruta, y todo deja un sabor agradable.
- Espacio: las tres fiestas mencionadas se han dado cuando he estado trabajando. Siento que éstas fiestas ayudan al trabajador a salir del ritmo de la semana. Son “excusas” para abstraerse y pasarlo bien. Hacer algo diferente. Por ese quiebre que generan es que se destacan de año anteriores.