Tuesday, January 10

Sentido a las fiestas

Algunos post atrás comenté mi descubrimiento de que celebrábamos realmente para el 18 de septiembre. Hoy quiero seguir con mi aventura de encontrarle el sentido a las fiestas.
No soy un tipo apagado o fome (bueno, cada uno tendrá su opinión). Sin embargo, jamás le encontré sentido a la navidad (fuera de la misa correspondiente, y recibir algún regalo, porque hacerlos yo lo considero un “cacho”). Y al año nuevo menos aún. Tener que abrazar gente que no te interesa abrazar, tradiciones cabalísticas que las encuentro desubicadas. Al final del año nuevo lo más entretenido era ver los fuegos de Viña-Valpo (siempre espectaculares), una buena comida (por lo general pavo con papas duquesas, similar a la cena de navidad, más algún caché que le da el toque “ceremonial” a esta comida) y para de contar. Solo un carrete tengo en la memoria; año nuevo del 2000, celebración en Club de Yates - Puerto Montt (cuando era un restaurante “ahí no más”). Carrete donde la Dany hasta las 7 de la mañana pero principalmente fue conversación y televisión en el segundo piso, mientras los demás se embriagaban y hacían desmanes en el primer piso.
Y tengo otro año nuevo en la retina...celebración 2004-2005. Primera vez que digo “¡por fin se acabó este año!”. Pero a forma de desahogo y esperanza, no por la fiesta.
Pero ya anticipé que este tiempo ha sido de descubrimientos...
La navidad fue el primer vuelco. Los regalos dejaron de ser un “cacho” y pasó a ser entretenido buscarlos. Recorrer tiendas, pensar...todo alentado por la idea de que si quieres a alguien, tienes que hacer un esfuerzo. Además, sentir la alegría de tararear villancicos todo el día. Pero los villancicos buenos!...esos gringos que transpiran alegría...no los deprimentes de nuestra tradición. Aun debo regalos de Navidad, pero fue porque realmente no tuve tiempo, pero créanme que los pensé.
Y a 7 días de distancia, llegó el año nuevo. Era la prueba final para ver si tenía algún sentido o seguía igual de fome. Ya estaba dispuesto a ir a Valpo a carretear, pagar 12 lucas...todo para empaparme del espíritu. Sin embargo no fue necesario. Primero partió tibio el año nuevo, casi enfriándose. Comida en el dpto, viendo programas de la tele. Luego los fuegos artificiales (mejores que nunca) en la playa....la gente gritaba, reía, pero yo aun sin contagiarme, e incluso amurrándome. Fue así como llegué a mi casa a dejar a mis papás y me disponía a partir a la fiesta. Ahí fue el quiebre. Tenía que pasarlo bien e ir con mentalidad “ganadora” (o pachanguera sería más correcto). Así que partí con el mejor de los ánimos. Costó prender los motores (la música no se escuchaba, la gente de la amplificación estaba en un taco....solo quedaba probar el pisco añejado). Sin embargo la noche se fue armando...fue ganando energía y siguió así hasta las 7:30 am en que ya era una hora decente para marcharnos. Bailamos sin parar (o sin “cesar”), alegría, conocer gente nueva.... y bueno, al día siguiente seguir consumiendo lo que quedó de la fiesta....y bueno, al viernes siguiente aun quedaban cosas jejeje...
En fin, una buena manera de partir un año lleno de desafíos. Revisando este “sentido de las fiestas”, son dos las ideas que me aparecen:
- Factor común: la alegría. Cuando se le abre la puerta a este sentimiento, todo tiene sentido, todo se disfruta, y todo deja un sabor agradable.
- Espacio: las tres fiestas mencionadas se han dado cuando he estado trabajando. Siento que éstas fiestas ayudan al trabajador a salir del ritmo de la semana. Son “excusas” para abstraerse y pasarlo bien. Hacer algo diferente. Por ese quiebre que generan es que se destacan de año anteriores.

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